Muchas de las especies en
peligro son la fauna ártica y antártica, como los osos polares (Ursus
maritimus) y los pingüinos emperador (Aptenodytes
forsteri).
En el Ártico, las aguas de la bahía de Hudson están
libres de hielo durante tres semanas más de lo que eran hace treinta años,
afectando a osos polares, que la prefiere para cazar en ella antes que el hielo
marino.
Especies que dependen de las condiciones de
clima frío y la nieve como los halcones Gerifalte (Falco
rusticolus) y búhos para la caza de Lemmings que utilizan el
frío invierno como ventaja pueden ser golpeados duramente. Invertebrados marinos que
han adaptado su crecimiento a las temperaturas, independientemente de cómo de
frías puedan ser las aguas, y animales de sangre fría que se encuentran en
determinadas latitudes y altitudes, crecen más rápido para compensar la corta
temporada de crecimiento.
El calentamiento de las condiciones ideales de
su hábitat, da como resultado un aumento del metabolismo y el aumento de la
búsqueda de alimento, que a su vez eleva el riesgo de depredación.
Un artículo en la revista Nature[18]
del 2002 encuesta la literatura científica para encontrar los cambios recientes
en el comportamiento estacional de las especies vegetales y animales. Animales
y plantas que migraban un mundo, puede afectar a las pesquerías en los que
dependen los seres humanos también.
Por Isabel Mª Rojas.
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